Los costes de eliminación pueden suponer un gran gasto anual. Un programa de reciclaje, por otro lado, puede generar ingresos, además de proporcionar al profesional buena fe de sostenibilidad.
El reciclaje de envolturas estirables se distingue de varias maneras. Una es que las instalaciones son lugares de acumulación de gran volumen, lo que presta economías de escala a la recogida y el acarreo. Otra es que la envoltura estirable (polietileno lineal de baja densidad) es relativamente homogénea, capaz de mezclarse con envolturas estirables de varios proveedores, a pesar de las diferencias de formulación. Otra más es que la envoltura estirable es identificable a simple vista por los empleados, lo que simplifica su recogida y separación. Además, la envoltura estirable, al no ser un envase primario, no necesita limpiarse de restos de producto. Lo anterior no constituye una lista exhaustiva, pero explica por qué el reciclaje del envoltorio estirable es una industria en crecimiento con una infraestructura en expansión de instalaciones, mercados e intermediarios.
Las instalaciones se dividen en dos bandos: las que no reciclan el film estirable y las que sí lo hacen.
El primero debe determinar el potencial de ingresos. Es necesario conocer: los precios actuales; las fluctuaciones de los precios y los factores que las provocan. Estos conocimientos son indispensables para identificar los mercados potenciales, determinar los socios de la cadena de suministro y negociar las mejores condiciones.
Si el potencial de ingresos lo justifica, una instalación debe realizar un análisis de costes/ahorros, comparando los costes de eliminación con los ahorros en reciclaje. Como mínimo, los costes de eliminación incluyen el transporte, junto con las tasas (por ejemplo, las que cobran los vertederos). Las instalaciones que no reciclan el film estirable lo más probable es que lo mezclen con otros residuos, no habiendo necesidad de separarlo. Dichas instalaciones deben determinar el porcentaje de sus residuos que se compone de envoltorio estirable. Ese porcentaje, multiplicado por los costes anuales de eliminación, es lo que se puede ahorrar mediante la desviación.
Compensando el ahorro están los costes asociados a un programa de reciclaje de envolturas estirables. Esos costes pueden ser de tipo inicial. Un ejemplo son los contenedores de recogida, cuyo número debe reflejar el tamaño de la instalación y la cantidad de envoltura estirable generada. El coste de los contenedores puede repartirse a lo largo de su vida útil. Otro coste pueden ser las empacadoras, aunque algunos intermediarios las suministran como parte de su servicio. Una instalación que ya disponga de una enfardadora que utilice para el cartón ondulado puede utilizarla para el enfardado. Las balas, sin embargo, no serán tan densas como las que se hacen con una empacadora diseñada para el enfardado. Cuanto más densas sean las balas, mayor será el ahorro y la eficacia relacionados con el transporte. Los costes de mano de obra en las instalaciones variarán en función de si determinadas tareas (el empacado, por ejemplo) requieren un mayor número de empleados.
En cuanto a las instalaciones ya implicadas en el reciclaje de envolturas estirables, la pregunta que debe hacerse continuamente es: ¿estamos sacando el máximo partido a nuestro programa y cómo podemos mejorarlo? Cualquier respuesta afirmativa debe incluir la educación de los empleados. La implicación de los empleados es esencial, no sólo a través del cumplimiento, sino también mediante la presentación de ideas y sugerencias.
Para conseguir el mejor precio, el enfardado de una instalación debe ser de alta calidad, es decir, tan libre de contaminantes como sea factible. Comienza con la comunicación con los expedidores de las cargas enfardadas. Los cargadores deben utilizar flejes de plástico (idealmente de polietileno), si proporcionan una sujeción adecuada, ya que la instalación receptora puede incluirlos en las balas enfardadas. Los rótulos de papel, colocados por los expedidores para su identificación y control de inventario, son una fuente de contaminación. Las instalaciones receptoras deben retirarlos antes del empacado; mejor aún, debe pedirse a los expedidores que sustituyan el papel por film de plástico (de nuevo, idealmente polietileno), por la razón antes mencionada.
Las cargas deben llegar a las instalaciones con el envoltorio lo más impoluto posible. Ese resultado, en gran medida, depende de las prácticas de almacenamiento y manipulación del expedidor, además del interior del vehículo de transporte, que debe estar razonablemente libre de suciedad y residuos.
Después de que las cargas lleguen a las instalaciones, se debe tener cuidado de mantener limpia la envoltura estirable mientras esté sobre las cargas. Después de retirarla, la envoltura estirable debe colocarse inmediatamente en los contenedores designados y nunca en el suelo. Las balas deben almacenarse en condiciones que protejan su limpieza, preferiblemente en el interior; sin embargo, si se almacenan en el exterior, las balas deben protegerse de los elementos (por ejemplo, la lluvia), pero también de la degradación por rayos UV.
Separado de la limpieza está el color. Las envolturas estirables pigmentadas y opacas tienen usos específicos. No obstante, el film estirable transparente debe ser la elección siempre que sea posible por su mayor valor de reciclaje.
De los materiales de envasado, el film estirable es el que más se acerca a ser un candidato universal para el reciclaje y, es la rara (¿inexistente?) instalación que no recibe cargas envueltas en film estirable. Y hacer tal afirmación no es ninguna exageración.